Usos del metamizol y algunas recomendaciones

Usos del metamizol y algunas recomendaciones

diciembre 4, 2018 Desactivado Por Equipo de redacción

Descubierto a principios de los años 20, el metamizol es un fármaco de amplia demanda cuya presentación puede variar entre sales de sodio y sales de manganeso. De país a país y por cuestiones comerciales, es posible encontrarlo en el mercado con nombres tales como dipirona, metalgial o nolotil, sin embargo, el principio activo permanece intacto al igual que su pertenencia a la familia de las pirazolonas.

Una vez se descubre para qué nos sirve el metamizol sódico inmediatamente resulta más sencillo comprender los motivos por los que este medicamento es casi que imprescindible en muchas naciones alrededor del mundo, y es que bien sea en las salas de emergencia o como parte de la receta en una consulta, el metamizol dispone de varias virtudes para ser utilizado con la certeza de una pronta recuperación.

Para qué se usa el metamizol

Partiendo de que se trata de un medicamento no esteroideo que hace las veces de analgésico, antiinflamatorio y antipirético, su uso se concentra de manera preferencial en los casos de dolor moderado a severo, por lo cual se recomienda para manejar dolores de muela, postquirúrgicos, por traumatismos, los que se asocian a enfermedades crónicas, incluyendo el cáncer y las cefaleas.

Por otra parte, consigue aliviar los cólicos gastrointestinales, los que son ocasionados en el tracto biliar y en los riñones; la reducción de la fiebre refractaria es otra de sus grandes virtudes.

La presentación suele variar entre pastillas, comprimidos, supositorios, jarabes y soluciones inyectables, quedando a juicio médico la mejor forma de administración al igual que la dosis específica, en este sentido, es pertinente recordar que este fármaco fue creado para tratamientos cortos al igual que para dosis mínimas eficaces, ya que no representa un alivio para la causa de la dolencia, simplemente se ocupa de manejar el síntoma.

Recomendaciones al tomar metamizol

Como ocurre con todos los fármacos que existen, los efectos adversos del metamizol son una realidad que no se debe ignorar, de manera que es preciso tener presente que en algunos pacientes puede dar lugar a trastornos digestivos, reacciones anafilácticas, alergias y bajas de tensión.

La consecuencia más grave de todas es la agranulocitosis, una enfermedad donde los neutrófilos descienden de tal manera, que el sistema inmune queda excesivamente vulnerable a las infecciones, llegando muchas veces a causar la muerte.

Siempre y cuando la persona no se automedique y cuente con la correspondiente vigilancia médica, el metamizol no tendría razón para representar alarma entre la población.